Eres tú.

Eres de esas personas que mejoran con el tiempo. No eres cómo los demás, y me encanta.
Me encanta que seas diferente.
Me encanta cuando te dejas la barba.
Me encanta esa camiseta blanca que te pones a veces.
Me encanta cuando no te repeinas, ni te echas gomina en el pelo.
Me encanta cuando me cojes de la mano y me enredas entre tus brazos, aunque sean unos pocos segundos.
Me encanta cuando me buscas y te sientas a mi lado.
Me encanta cuando me pides un abrazo.
Me encantas tú.
Y es que aunque caiga una y otra vez en la misma historia, siempre es igual. Al final siempre acabo amarrando mis pensamientos a ti. Aunque quiera negar mil veces que no siento nada, que a veces me pregunte cómo pude haberme fijado en ti, siempre acaba igual... acabo pensandote.
Me he imaginado tantas veces a tu lado. He deseado tanto que llegara el día en que cogieras mi cara entre tus manos y me besaras.
Llevo tanto tiempo enganchada, hasta llegar a pensar que realmente te quería. Y aún sigo sin estar segura. ¿Cómo se puede querer a alguien sin ni siquiera recibir nada de su parte? ¿Cómo puedes sufrir tanto cuando esa persona sufre, y que nunca se entere?
Ese es el problema, que no sabe nada. Que no soy capaz de arriesgarme porque me da muchísimo miedo cagarla, porque le quiero tanto, que me da miedo cambiar las cosas. Me da miedo sentirme incómoda, o que se sienta incómodo estando junto a mi. Me da miedo que un roce tenga otro significado. Me da miedo hacerle daño. Es que le quiero tanto, y el no sabe ni una pizquita de cuánto.
Llevo sufriendo por él tanto tiempo y en vano.
Y soy tan cobarde que aquí sigo esperando, a que él un día me diga algo cercano a un te quiero.