15.2.10

Ya he vuelto.

Hace tiempo que me fui. No sé a dónde, ni en que momento me marché de aquí, pero ya he vuelto.
Tampoco sé si he vuelto completamente, o me dejé olvidado un cacho de mi ser en ese lugar dónde he estado.

No era un sitio que derrochara mucha alegría la verdad. Allí reinaba la soledad, porque aunque hubiera más gente, no lo sentías ¿sabes? Aunque estuvieran de cuerpo presente, eran almas solitarias, escondidas. En sus caras destacaban las ojeras, y bueno, esos pelos de estropajo. Eran personas muy dejadas, no les importaba su salud, su higiene, podrían estar semanas sin sentir el agua fría de la ducha, el masaje de la yema de sus dedos en la cabeza, ni la fricción de una esponja contra su piel. Siempre iban rodeadas de unos seres inertes grises que habitaban en el suelo, en la superficie de los muebles, formados por células muertas de sus cuerpos muertos, pelos que caen en picado al igual que sus fuerzas, y que crecían día a día... creo que los llamaban Pelusas.
Allí sólo se escuchaban los pensamientos, llenos de incertidumbre, miedo, ira, desolación. Eran frases que se repetían una y otra vez, todos hablaban de lo mismo, era una especie de oración. Yo siempre me iba al lado de aquellos que preferían dejar tatuadas las palabras en un papel, recuerdo que había un lugar dónde se reunían, si no recuerdo mal había un letrero que decía: "Biblioteca". Sí, aquel templo se llamaba Biblioteca. Pero no todo era silencio y oraciones, a veces podía oir algún do, re, mi, que me ayudaba a seguir viva.
Hubo unos tres o cuatro días que lo pasé fatal estando allí. Todos estaban histéricos. Gritaban: "Hoy es el día", "Tengo amnesia, no recuerdo nada", "No he dormido, estoy muerto", "Espero que no sea muy hijo de puta con las preguntas", "Esto no me lo he mirado, ¿tú te lo has leido?¿te lo has leido?", "No lo voy a superar"...Y muchas más cosas sin sentido para mí, ya que yo estaba realmente tranquila, no sé si por el hecho de haber pasado allí mucho tiempo o porque no sabía de qué iba aquello. Todo empezaba al nombrar sus nombres y a las familias a las que pertenecían. Iban pasando a una sala muy organizada con muchos asientos y superficies para poder plasmar aquellas oraciones en un papel, tal y cómo lo hacían en la biblioteca. Ya nadie gritaba, pero se notaba que estaban en la misma sintonía, no lo expresaban verbalmente pero lo hacían al revisar las herramientas que utilizarían, al mirar una y otra vez a todo aquel que les rodeaba, algunos sufrían de tics en las piernas que hacía que fuera imposible pararlas, etc.
Todo el mismo proceso se repetía en esos días claves, pero se les iba sumando el cansancio y la desesperación por terminar todo aquello.

Pasaron aquellos terribles días, todo el mundo parecía revivir, sus caras sufrían la contracción de los músculos cigomáticos mayores, que elevaban los ángulos de sus bocas y desembocaban en una gran risa. Aún así seguían crispando los nervios, ya que esperaban los resultados númericos que calificaban si eran buenos oradores o no. Resultados que podían llevarles a una alegría extrema o al goteo de sus ojos. Pero todo acababa pasando, volvían a ser personas decentes, volvían a vivir.
Sin embargo yo me quedé estancada, creo que me adentré demasiado en aquel lugar, que me perdí por uno de sus bosques de árboles deshojados, de sus paisajes de cielo amarronado y suelo seco y agrietado.
Intenté salir de allí, pero algo me lo impedía. Pensé que quizás sería porque mi misión allí no había terminado todavía, así que esperé, pero no pasó nada, o puede que pasara pero no me diera cuenta.
Al final salí de aquel bosque, unos de esos entes grises me ayudó, Pelusín. Estaba allí solo y me pidió que le acompañara hasta el lugar dónde tenía que coger un medio de transporte para poder ir con su familia, así que allí fuimos los dos. Él se montón en un cubo grande de color verde y unos señores con uniforme llamativo y cutis estropeado le subieron al camión que lo llevaría con sus seres queridos.
En aquel momento en el que me quedé sola, me di cuenta de que el aire que respiraba era fresco, tan fresco que podía sentir como entraba en mis pulmones, sentí la brisa y vi caras jovenes y llenas de ganas de fiesta que me eran familiares y allí es dónde yo cogí mi "camión" de vuelta a casa, de vuelta a mis orígenes, a mi vida anterior llena de alegría, de risas, de adrenalina, de emociónes, de esas de las fuertes.

Así que aquí estoy, de vuelta a las andadas y con muchas ganas de continuar e innovar a la vez.

4 comentarios:

Pecas dijo...

jajaja gran entrada, yo también he estado en ese lugar hace un par de semanas.

Ahora suerte en los resultados! :)

Niña imantada dijo...

Ese lugar parece más interesante visto así!
hace poco que yo también he vuelto. Y menos mal que aún nos queda tiempo para volver!

Suerte en las notas!
muaa
:)

Duna dijo...

Vaya, me ha costado averiguar de qué se trataba... conforme he ido leyendo me imaginaba un asilo, un manicomio, un hospital y al final una universidad en plenos exámenes. Espero no haberme alejado mucho de la respuesta! jeje

Yo también he estado por ese lugar... Suerte con las notas! :)

Anónimo dijo...

A buenas horas leo esto, cuando vuelven nuestros amados exámenes. Yo nunca me atrevo a deshacerme de los apuntes, porque siempre estoy asustada creyendo que no voy a aprobar! jaja